Cara a cara y un café.
Aquí estamos, sentados como
personas civilizadas con modales presentes y discusiones bajo la mesa. Después
de tanto tiempo un café nos ha unido, indudablemente tenemos tanto que saber
pero ¿para qué?, nunca más supe de tu vida y supongo tú de la mía mucho menos.
Le dije adiós a tus redes sociales, no por rencor si no por homenaje, si, a
esos recuerdos que algún momento no fueron espinas y que fueron fiel amantes a
la felicidad, quería recordarte así feliz o en el molde que alguna vez me hizo
feliz.
Ahora eres otro, tan cambiado y
sé que yo lo estoy, crecimos a pasos agigantados o es lo que trae las
responsabilidades, nuestros cuerpo muestra juventud y nuestras almas madurez,
en tu caso tus ojos solo muestran tristeza, esa que se puede ver a kilómetros y
que arrastra miedos con ella. No me atrevería a preguntarte el porqué de
aquella, me demuestras a medida que la conversación avanza, eres feliz y no te
culparía, al pasado no le dices que estas vuelto trizas.
No hay mariposas ni seres
extraños, no hay miradas tiernas ni sentimientos abstractos. Una sonrisa se
escapa de mí, al darme cuenta que ya ni tengo muchos recuerdos, se han esfumado
como lo hice yo hace unos años, y es que la vida es así, se le dice adiós a lo
toxico, eso que te hace daño.
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