Extraño tus arrugas.


Mi abuela solía decir que si te barrían los pies no te casabas y en mi mente ese era el mejor plan, imagínense tener tan maravillosa solución y no ir directamente a la tradición de cambiar la prisión de los padres por la prisión de un esposo, en mi total inocencia pasaba horas barriendo mis pies, el cepillo me podría provocar raspaduras y para compensar mis momentos de flojera en tan importante misión fingía descuido al barrer y lo hacía “sin querer” ,pobresita soy al preferir la libertad a un marido holgazán. La verdad es otra y el sentimiento de tener a alguien es inevitable, mi abuela seguro se ríe en el cielo si llego a casarme y aunque antes lo odiaba ahora es un deseo injustificable.

A veces decía que si se cae un cubierto es que nos vienen visitas y honestamente espero que no lleguen a la hora de la comida; no podría olvidar el hecho de evitar barrer mientras algún pariente viaja, seria desear mala suerte y hablando de viajes que ni se te ocurra escoger un martes para partir, evitaras una consecuencia o un regaño de la abuela.

Aún recuerdo cuando al llegar en la mesa ninguna arepa podía faltar y es que su tradición era levantarse a las 4 para dar de alimentar así sus crías tuvieran más de 60 y es que mi abuela ya pasaba los 90 pero tenía más energía que cualquier quinceañera.

Aún se conserva la casa de barro pero todos se han llevado los trastos, todos deseaban un pedazo, un abrigo para una tía y una sábana para la otra; ¿las ollas quien se las ha llevado? Pues a mi casa un plato han mandado.

¿Quién se queda con el recuerdo de las arrugas en su cuerpo? , esa voz llamándome y la visita que nunca hice. Por cuestiones de tiempo abandone el nido y en años no volví, una llamada ha llegado y la abuela se fue sin despedir.

Hoy extraño sus besos, caricias, historias de terror, por favor que el alguien diga que el silbón anda rondando o que aun la llorona busca sus hijos, ¿quién calentara el café cuando pise Coro? ¿Quién me despedirá cuando regrese a Valencia? ¿Quién dirá que ese muchacho no me conviene? ¿Quién aprobara a mi amado?

Y si el cielo existe, estoy segura que allí caminas quizás lanzando arepas y bendiciones, albergando cuanto viajero se cruce, ¿acaso plancharan tus arrugas? Tontos si así lo quisieran, yo te aseguro eres la más bella, te extraño abuela.





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